"El Quijote no existe" de Jorge Díaz
Un trabajo de Teatro K Producciones
Hablar del "Quijote" de Cervantes no es, ni será nunca tarea fácil. La magnitud y trascendencia de este personaje y autor (también personaje por el peso de la historia de la literatura universal) es pisar un terreno fangoso ante tanta erudición que le rodea desde tiempos inmemoriales.
La manera como el maestro Jorge Díaz nos presenta a este autor enfrentado al sistema editorial de su época, nos evoca aquella máxima que nos dice que la historia se repite una y otra vez. Nos lleva a reflejarnos como un espejo y nos hace dar cuenta que aun subsisten aquellos "eruditos" que creen tener la potestad de valorizar el trabajo que realizan los artistas, incluso tazan su trabajo y tienen la potestad de abrir y cerrar puertas.
Morris Merentes, nos presenta un trabajo donde la interpretación actoral es la base fundamental ante un texto lleno de trancisiones, matices y cambios de personajes, todo un reto que Ernesto Montero afronta con gran calidad y precisión. Es justo destacar la fuerza interpretativa y ese matiz de vitalidad que le imprime Montero a este texto y a cada uno de los personajes que interpreta.
Es un trabajo de contenidos profundos, que encierra y muestra ese conflicto abismal del creador, su obra y el sistema que en sus esquemas cuadriculados y su arrogancia rancia no acepta y no vislumbra la trascendencia de lo que tiene ante sus ojos. La concepción de creer que el mundo se rige por la realidad particular y la pretención de fijar un marco estricto conceptual de lo que es bueno y lo que no lo es, muchas veces los arrastra por el sendero del desatino.
Al fin y al cabo es el público el que se hace dueño de las obras artisticas y el que asigna en el tiempo su transcendencia, más allá de los eruditos y especialistas, es la masa multiforme de pululantes seres que construye los cimientos de la historia, aunque siempre sean los eruditos los que la escriban.
Morris ha logrado llevar a escena una interesante propuesta cargada de mucha emotividad y fuerza dramática, la construcción del dispositivo escnénico sin muchas pretenciones es equilibrado, sencillo y justo para el desenvolvimeinto de la obra, el vestuario apropiado, se resuelven bien las tranciciones entre los personajes. El ritmo general se mantiene y se maneja de forma adecuada.
Fue grato compartir y disfrutar de este trabajo cargado de sensaciones y reflexión. Espero que sigan adelante demostrando calidad, hay mucho talento joven haciendo trabajos interesantes.
Pablo Sabala.
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